El peluquero que jugaba a ser Bucay

Si hay algo que una mujer adora (o por lo menos que yo adoro) es ir a la peluqueria y pasarme la tarde sin pensar en apuros, obligaciones o problemas. Sentarme ahi, que me laven la cabeza (ojala fuera el cerebro!), que me corten, me sequen, me peinen y salir sintiendo que uno se ve mejor que nunca. Leer las revistas que nunca compraria y criticar con alguna viejita lo que uso Araceli Gonzalez en su ultimo cumpleaños. Esas cosas son unicas. Voy a la misma peluqueria desde que tengo 6 años, por lo que me conozco a la mitad de las amas de casa que concurren. es mas, he llegado a pelearme con una porque me discutia que mi nariz era producto de una cirugia estetica... vieja de mierda....!
Pero volvamos al punto:
Teniendo en cuenta que ya me estaba pareciendo a la hermana no reconocida de mafalda y que los chicos de Cinemark me recomendaban coprar asientos en la ultima fila para no incomodar a los demas espectadores, tome la decision de ir a cortarme el pelo.
Digamos que no elegi el mejor dia: fui el jueves corriendo en la hora y media que tengo entre el laburo y la facultad (cabe aclarar que el primero queda aproximadamente en plaza de mayo y tea queda en lavalle y junin....). Ademas llovia asi que me olvide del secador, el brushing y la silicona antifrizz que tanto me gusta...
Evitando entrar a Cool Cuts o Llongueras porque no queria que me sacaran la cabeza con el precio, llegue a un pequeño salon sobre Rodriguez Peña. Solo cobraban 12 pesos. Entre y le fui infiel a mi peluquera de toda la vida con un extraño peluquero... pelado.
Le indique que queria que me hiciera. Mientras me cortaba me convencio de sacar un turno para teñirme el martes siguiente. Me parecio buena idea.
Fiel a la desconfianza que me caracteriza, volvi a indicarle que corte queria que me hiciera y le dije: "Por favor, no me hagas el corte casquito que tienen todas las minas que lo detesto".
A lo que el pelado respondio: "No, no te preocupes. Ese corte no es para el tipo de mujer que sos vos. Yo se lo que tengo que hacerte".
Sorprendida por esa apresurada y poco precisa afirmacion sobre mi persona, enmudeci y decidi dejar al dolape terminar el corte. No tenia ganas de escuchar su psicologia de cafe, su psicologia de las tijeras.
Me hizo lo que queria. Como si me hubiese cortado toda la vida. Como si conociese "que tipo de mujer soy"... Ja!
Me fui contenta de la peluqueria con un peinado que me duro media cuadra sin paraguas. Me fui contenta y decidida a cancelar el turno del martes. No sea cosa de que hubiera descubierto mas cosas de la clase de mina que soy y quiera echarmelas en la cara sin mi autorizacion.
Para eso pago terapia una vez por semana. Gracias.